Podemos evitar que las circunstancias que nos rodean nos agobien.
Dios, que nos dio la vida, está atento a nuestra vida cotidiana también. Más de lo que imaginamos.
Si hablamos con Él, en oración, y le entregamos nuestras cargas (afán, ansiedad, preocupación, necesidades…) Él nos dará descanso y paz.
¡Podemos ser libres de la ansiedad que enferma!
Por eso, que nuestras circunstancias no nos abatan la mirada ni el alma. Hablemos con Dios, confiemos en su amor, creamos a su Palabra…Con Dios en nuestro corazón, todo cambia, ¡aunque las circunstancias parezcan no cambiar!
La Biblia dice: “Tengan fe en Dios….” (Marcos 11:22, NVI)
El nunca falla, ¡y siempre cumple Sus propósitos!