~ Devocional 13|11|20 por María Bettina López ~
Salmo 80: 17-19 NTV
En tiempos difíciles como estos, muchos clamamos por un avivamiento, por cambios de valores que llevan a cambios de comportamiento, pero no por esfuerzos humanos sino porque el Espíritu Santo nos transforma. Para ello es necesario despertar del letargo y volvernos a Dios con denuedo, con pasión por Él y por las almas. Tan solo hablar de Dios no es señal de avivamiento. Este se produce cuando las vidas son transformadas y se ve el fruto, como dice Santiago 2:18. Dios es dador de vida. Jesús transforma cuando lo obedecemos por la fe en Él. Ya no somos los mismos al seguirlo y someternos a lo que Él quiera.
Intercedamos por la Iglesia de Cristo, que somos vos y yo, y por aquellos que aún no se han animado a dejar entrar a Jesús en su corazón, para que acepten su amor por medio del Espíritu Santo y tengan una nueva oportunidad. Con Cristo no todos serán pétalos de rosa, también habrá espinitas, pero Él puede sanar las heridas si le damos lugar.
Tener un propósito en la vida, hacer discípulos, servir al prójimo, ser testigos, es lo que Jesús nos llamó a hacer. No para hablar bonito, sino para que nuestro entorno reciba el amor de Dios. Así el mundo cambiará, de a uno a la vez, por la obra del Espírito Santo y de su Iglesia.