Mostrando las entradas con la etiqueta María del Carmen. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta María del Carmen. Mostrar todas las entradas

martes, 31 de octubre de 2023

Día de la Reforma Protestante


"El 31 de octubre de 1517 Martín Lutero escribió una carta, llamando a debatir cuestiones teológicas y reformar prácticas religiosas que entendía condenables y alejadas del mensaje del Evangelio, concretamente las indulgencias. La envió a destinatarios eclesiásticos, y la publicó, como se acostumbraba, clavándola en las puertas de la Iglesia del Palacio de Wittenberg, para que todos pudieran leerla.

La Reforma, sin embargo, no fue un suceso sino un proceso histórico: sus antecedentes se remontan siglos atrás y desató repercusiones universales de carácter religioso, teológico, social, político, económico y cultural."(...)*


Podés continuar leyendo sobre la Reforma Protestante en:









*Extraído de "Día de la Reforma Protestante", www.noticiasdepuertadelcielo.blogspot.com, María Fabbri Rojas, 31 de octubre 2020.

jueves, 17 de diciembre de 2020

Devocional

Devocional 16|12|20 por María del Carmen Fabbri Rojas 



“Tanto amó Dios al mundo, que no dudó en entregarle a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino tenga vida eterna” (Jn 3:16, BLPH).

Navidad está cerca. La fecha en que el Dios Hijo bajó a esta tierra. Cuando no existía nada, Él fue la Palabra con que Dios creó el mundo. El universo entero, a partir de la nada.

Después empezó a pasar todo lo que narra la Biblia, hasta el momento en que esa Persona inmensa se hizo un bebecito y nació de María. Más tarde murió en una cruz por delitos que no eran suyos. Por mis pecados, por ejemplo.

¡Señor! ¿para qué hiciste todo eso? ¿Qué ganas, Dios con eso?
¿A mí? ¿Realmente lo hiciste para rescatarme? ¿Para tenerme a tu lado por toda la eternidad? ¿Literalmente moviste cielo y tierra para que yo esté con Vos?

¡Ay, Señor! ¡Debería decirte que hiciste el peor negocio! ¡Que en este trueque perdiste como en la guerra!

Pero… ¡qué bendición que Vos no pienses de la misma manera!

Que te hayas hecho un ser humano como yo, y hayas dado tu vida en mi lugar. Por mí. Y por él, por ella, por ellos, por nosotros. Por todos. Para que podamos tener la posibilidad de arrepentirnos, de decirte “ayúdame” y amigarnos con Dios.

Para Vos no somos una mera muchedumbre ni una masa informe. Para tus ojos tenemos nombre y cara. Y nos querés, a cada uno, a tu lado. Para siempre a tu lado.

Señor, te confieso que no alcanzo a entenderlo. A ese amor tuyo. Tu loco amor, Señor. Tan grande, tan generoso. Y sobre todo, tan inmerecido…

Claro, por eso se llama gracia. La gracia es un regalo.

El gran regalo que nos enviaste en la forma de ese bebé, Jesús.
Gracias, Señor. ¿Sabes? ¡Toda esa eternidad no va a alcanzar para decirte gracias!

jueves, 3 de diciembre de 2020

Devocional

Devocional 2|12|10 por María del Carmen Fabbri Rojas




Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista (Marcos 10:51 RV1960).

Marcos 10:46-52 narra la historia de Bartimeo, el ciego que clama a Jesús. Y la pregunta del Señor, que parece desconcertante ante una necesidad tan evidente: “¿Qué quieres que te haga?”

Quizás, implícitamente, la pregunta decía: “Bartimeo, hace tanto que estás ciego. Eso te llevó a mendigar. La gente ve tu ceguera, se compadece y te da unas monedas. Es poco y malo, pero así estás habituado a vivir y a sustentarte. Todo eso va a cambiar cuando veas. Sanarte es gratis, Bartimeo, pero lo que sigue te va a costar todo. ¿Estás dispuesto a hacerte cargo de un cambio de vida radical? ¿O después querrás ser un mendigo que vea… y se lamente de que ya no lo ayuden?”

Por eso Bartimeo tuvo que decir “quiero ver”. Porque nuestras decisiones tienen consecuencias, y deberemos asumirlas.

Por la misma razón, para poder tener una nueva vida espiritual se nos pregunta: “¿Querés recibir a Jesús como tu Salvador y tu Señor?” ¿Que el que murió en tu lugar, para que vivas, desde ahora mande en tu vida?

Porque ser salvo es gratis, pero seguir a Jesús nos va a costar todo cuanto somos y tenemos. Toda nuestra vida deberá cambiar. Nuestra escala de valores, y en consecuencia nuestras prioridades tendrán que cambiar para alinearse con sus propósitos.

Por eso el Dios que ya todo lo sabe nos pregunta: “¿Querés?”
Para que NOSOTROS lo sepamos.

viernes, 27 de noviembre de 2020

Devocional

~ Devocional 27|11|20 por María del Carmen Fabbri Rojas ~




Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están sufriendo, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios (2 Co 1:3-4, RVC).

En esta época difícil y compleja muchas familias están sufriendo pérdidas de seres queridos. 

Y sí, sabemos que cuando parte un cristiano va a estar en un mejor sitio. Que es liberado de sufrimientos y penurias. Que se nos ha adelantado y algún día volveremos a vernos. Que ya está gozoso en la presencia del Señor.

Pero los que quedan “de este lado del cielo”… quedan con el dolor en carne viva. Sintiendo el ardor del filo que produce ese corte. Creyendo de a ratos que no es verdad. Y luego atravesarán un tiempo en que la ausencia les saldrá al encuentro por todas partes…

Amado Señor, te necesitamos tanto. ¿Quién nos conoce como vos? ¿Quién podrá comprendernos como vos, que también viste morir a tu Hijo?

Por favor, abrazá muy fuerte a cada una de esas personas doloridas. Que más que nunca puedan sentir tu presencia y llorar apoyadas en tu pecho. Consolalas, Padre de toda Consolación.

A los que todavía no te conocen, por favor dales una oportunidad grande de salvación. Que tu Espíritu Santo les dé gracia y les abra puerta para un encuentro con Jesús.

Y por favor, también ayudanos a nosotros para que sepamos acompañarlos. Enseñanos a ser sensibles a su aflicción y a sus necesidades. Que podamos reflejarles tu amor de la manera apropiada en cada caso. Que seamos sabios para dar una palabra oportuna, y prudentes para callar cuando eso convenga más que cualquier palabra. Y sobre todo, que sepamos estar junto a ellos cuando haga falta.

Ayudanos, Señor. Te necesitamos tanto.
 

 

viernes, 6 de noviembre de 2020

Devocional

Devocional 6|11|20 por María del Carmen Fabbri Rojas 



En Juan 15:20-21, el Señor advirtió: “¿Recuerdan lo que les dije? “El esclavo no es superior a su amo”. Ya que me persiguieron a mí, también a ustedes los perseguirán. Y, si me hubieran escuchado a mí, también los escucharían a ustedes. Les harán todo eso a causa de mí, porque han rechazado a aquel que me envió”.

Esas persecuciones nunca cesaron, y la historia de la Iglesia es también la de millares de “mártires”, es decir, testigos, que es lo que significa en el idioma original. Los que se juegan hasta el fin para dar testimonio del Señor y de su obra.

Hoy en día, en pleno siglo XXI, hay 280 millones de hermanos nuestros en esas condiciones: sufren persecución alta, severa o extrema según los países, simplemente por ser cristianos.

Están expuestos a ser echados de sus familias, despedidos de sus trabajos, despojados de sus bienes. En los países más duros pueden ser encarcelados, torturados, internados como enfermos mentales y hasta asesinados.

En este enlace la organización Puertas Abiertas mantiene un mapa actualizado de la Iglesia Perseguida y mayor información: https://www.puertasabiertasal.org/pers.../lista-mundial/mapa

También dice que, aunque los perseguidos necesitan de todo, lo que más les piden es ORACIÓN.

¿Podremos nosotros, que aunque atravesamos dificultades no padecemos penurias tan extremas, levantar sus brazos dolidos y sus piernas cansadas con nuestras oraciones? ¿Presentarlos ante el altar y clamar por ellos, pedir que sean guardados, fortalecidos, consolados, según necesiten? ¿Qué los ángeles del Señor los auxilien?

Que el Señor nos ayude a percibir, como cuerpo que somos, el padecimiento de nuestros hermanos, también los que están lejos, y bendecirlos según el Espíritu nos guíe.

sábado, 31 de octubre de 2020

Día de la Reforma Protestante


"El 31 de octubre de 1517 Martín Lutero escribió una carta, llamando a debatir cuestiones teológicas y reformar prácticas religiosas que entendía condenables y alejadas del mensaje del Evangelio, concretamente las indulgencias. La envió a destinatarios eclesiásticos, y la publicó, como se acostumbraba, clavándola en las puertas de la Iglesia del Palacio de Wittenberg, para que todos pudieran leerla.

La Reforma, sin embargo, no fue un suceso sino un proceso histórico: sus antecedentes se remontan siglos atrás y desató repercusiones universales de carácter religioso, teológico, social, político, económico y cultural.

Hoy destacamos su significa esencial. La Reforma Protestante llamó al cristianismo a despojarse de aditamentos que lo desvirtuaban, y volver a sus fuentes: la Palabra de Dios, la Biblia, y su mensaje de que sólo en Jesucristo hay salvación; que se la ofrece sólo por la gracia de Dios; que sólo puede recibirse por fe en nuestro Salvador; y que su único propósito es glorificar a Dios."


por María Fabbri Rojas




viernes, 16 de octubre de 2020

Devocional

~ Devocional 16|10|20 por María del Carmen Fabbri Rojas ~


…el Señor tu Dios… no te dejará ni te desamparará” (Deuteronomio 31:6, RVC).

“¿Cuántos quieren tener victoria esta semana?” —dijo el predicador.
Le respondió un ardoroso clamor al que me uní yo, que lo escuchaba por radio.
“Entonces tendremos luchas” —dijo el predicador.

Le respondió un silencio espeso, tan espeso que casi podía palparse. Y poco a poco esa verdad fue entrando en nuestras mentes, barriendo nuestro triunfalismo superficial: para que haya victorias deberá haber luchas.

Lo recordé mucho en estos días difíciles para todos. Cuando en un trance muy arduo el Señor dijo a mi corazón: “No te dejaré ni te desampararé”.

No una, sino cinco veces en el Antiguo Testamento el Señor les dice a los suyos que no los dejará ni los desamparará: una a Jacob (Gn 28:15); tres veces a Josué (Jos 1:5; Dt 31:6,8); y una vez a Salomón (1Cr 28:20). El texto de Deuteronomio 31:6 es “Esfuércense y cobren ánimo; no teman, ni tengan miedo de ellos, porque contigo marcha el Señor tu Dios, y él no te dejará ni te desamparará” (RVC).
El Nuevo Testamento lo dice una vez más, en Hebreos 13:5, “No te dejaré ni te desampararé”.

¡Qué consolador resulta saber que, como expresa un fino comentarista de la Palabra, «Lo que se les dijo a ellos, se nos aplica a nosotros también. Nunca retirará su presencia (“nunca te dejaré”) ni su socorro (“ni te desampararé”)»!

Hebreos 13:6 sigue diciendo: «de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre”».

A lo que nosotros decimos: ¡Amén! ¡Y esta pandemia tampoco, en el nombre de Jesús!

miércoles, 16 de septiembre de 2020

Devocional

~ Devocional 16|09|20 por María del Carmen Fabbri Rojas ~



“Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto” (Gn 17:1, RV1960).

Se le revela como “el Dios Todopoderoso”, el único Dios, el Dios que todo lo puede. El Creador, el que obra maravillas, el que hace que de la nada aparezcan todas las cosas. El Shaddai, el Dios todosuficiente para toda necesidad humana. Ahí nomás renueva su pacto con Abram y le cambia el nombre y el destino. 

Le dice "anda delante de mí", viví en mi presencia. Sé consciente de que Yo estoy con vos. No pienses más que sos viejo, Yo Soy el Dios Todopoderoso y vas a ser padre a los cien años.

Andar delante de Dios es vivir por su vida, en sus fuerzas, dependiendo por completo de Él. Vivir y andar en el Espíritu que nos dio.

¡Es tan sorprendente que le haya dicho “anda delante de mí”! En general los seguidores van a la espalda de quienes los dirigen. Pero Él dice paternalmente “andá caminando que Yo te miro. Y portate bien”.

¡Sí, Señor! ¡Con Vos puedo!

martes, 28 de julio de 2020

Devocional

~ Devocional 28|07|20 por María del Carmen Fabbri Rojas ~



“Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos” (Mateo 18:20 RVC). 

No pudiendo reunirnos en nuestros queridos templos, fui a fijarme en la historia del cristianismo, y encontré esto:

El primer templo cristiano es del siglo IV: San Juan de Letran, en Roma, año 325, o uno de Armenia, del año 303.

Los cristianos de Jerusalén iban al templo judío y se reunían en las casas. Ciudad y templo fueron destruidos en el año 70. 

En el mundo de entonces, y durante 300 años, los paganos adoraron en templos, los judíos en sinagogas y los cristianos en casas. 

No siendo un culto reconocido, no podían comprar propiedades. Cuando tiraron paredes para agrandar casas, la autoridad las derribó. Algunos casos aislados usaron temporalmente cuevas subterráneas.

Pero en esos 300 años esa iglesia proscrita, por épocas salvajemente perseguida y compuesta en su mayor parte por gente pobre ¡alcanzó con el Evangelio casi todo el mundo conocido! 

Desde España hasta la India. Todo el norte de África. La Mesopotamia y Persia (actuales Irán e Irak). La actual Turquía. Armenia. 

Sentí que es comprensible extrañar nuestros hermosos cultos, pero apegarnos a ellos podría ser como la mujer de Lot. 

Más bien, aprendiendo de nuestra historia, podemos preguntarnos qué nueva página del Libro de los Hechos querrá el Señor escribir hoy a través de nuestras vidas, y simplemente decirle ¡Señor, qué quieres que haga? 

¿Qué maravillas no podrá hacer nuestro Dios Admirable con un pueblo sencillo rendido a Su voluntad?

miércoles, 27 de mayo de 2020

Devocional


~ DEVOCIONAL 26|05|20 por María del Carmen Fabbri Rojas ~



“Así que recomiendo, ante todo, que se hagan plegarias, *oraciones*, súplicas y acciones de gracias por todos, *especialmente por los gobernantes y por todas las autoridades*, para que tengamos paz y tranquilidad, y llevemos una vida piadosa y digna” (1 Timoteo 2:1‭-‬2 NVI). ‬‬‬
En estos tiempos de dolor, oscuridad y confusión hay mucha tarea para el pueblo de Dios. ¡Bendito sea cada hermano que sirve en la distribución de alimentos, ropas y otros auxilios; los que escuchan y confortan a los angustiados y dolientes; los que comparten la Palabra donde se encuentren, los que siguen predicando, los que enseñan; los que sirven con su conocimiento tecnológico para que los demás podamos “tocarnos” un poquito a través de la distancia, y tantos otros cuya tarea silenciosa el Señor conoce! 

En este pasaje San Pablo nos recuerda también nuestro servicio esencial como pueblo de sacerdotes: ir a la presencia de Dios a favor de otros. Dice que oremos “por todos”, por toda la humanidad, y agrega “especialmente por los gobernantes y por todas las autoridades”. Ellos toman a cada momento decisiones que nos afectan a todos, y el Señor nos recuerda que no estamos aquí como espectadores, sino como colaboradores suyos. 

Hay gran lucha en los aires. Presentemos al Señor a los que están en autoridad. Pidámosle sabiduría para orar adecuadamente, y en la duda apelemos a nuestra lengua de oración, sabiendo que “… el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad… nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y el Padre, quien conoce cada corazón, sabe lo que el Espíritu dice, porque el Espíritu intercede por nosotros, los creyentes, en armonía con la voluntad de Dios” (Romanos 8:26‭-‬27 NTV).