martes, 28 de julio de 2020

Devocional

~ Devocional 28|07|20 por María del Carmen Fabbri Rojas ~



“Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos” (Mateo 18:20 RVC). 

No pudiendo reunirnos en nuestros queridos templos, fui a fijarme en la historia del cristianismo, y encontré esto:

El primer templo cristiano es del siglo IV: San Juan de Letran, en Roma, año 325, o uno de Armenia, del año 303.

Los cristianos de Jerusalén iban al templo judío y se reunían en las casas. Ciudad y templo fueron destruidos en el año 70. 

En el mundo de entonces, y durante 300 años, los paganos adoraron en templos, los judíos en sinagogas y los cristianos en casas. 

No siendo un culto reconocido, no podían comprar propiedades. Cuando tiraron paredes para agrandar casas, la autoridad las derribó. Algunos casos aislados usaron temporalmente cuevas subterráneas.

Pero en esos 300 años esa iglesia proscrita, por épocas salvajemente perseguida y compuesta en su mayor parte por gente pobre ¡alcanzó con el Evangelio casi todo el mundo conocido! 

Desde España hasta la India. Todo el norte de África. La Mesopotamia y Persia (actuales Irán e Irak). La actual Turquía. Armenia. 

Sentí que es comprensible extrañar nuestros hermosos cultos, pero apegarnos a ellos podría ser como la mujer de Lot. 

Más bien, aprendiendo de nuestra historia, podemos preguntarnos qué nueva página del Libro de los Hechos querrá el Señor escribir hoy a través de nuestras vidas, y simplemente decirle ¡Señor, qué quieres que haga? 

¿Qué maravillas no podrá hacer nuestro Dios Admirable con un pueblo sencillo rendido a Su voluntad?

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