viernes, 20 de noviembre de 2020

Devocional

Devocional 20|11|20 por Noemí y Daniel Colins 



Mateo 6: 21 y Hechos 3:6 Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.

Consideremos un poco la situación real del hombre al cual fue realizado el milagro. Era cojo de nacimiento, pedía limosna cada día en esta puerta del templo. Estaba acostumbrado a su situación, seguramente ese día no esperaba recibir algo especial. Este hombre no tenía fe, es decir el milagro no se debió a la fe del cojo sino a la fe de los apóstoles. Podemos ver en este pasaje dos características muy importantes en Juan y Pedro:

ERAN CREYENTES DE ORACIÓN. Ellos se habían disciplinado en la noble tarea de la oración. Este milagro se realizó en el Templo de Jerusalén al inicio de la iglesia primitiva cuando iban a la hora de la oración. Fue un milagro que llamó la atención de toda la ciudad. Este milagro y muchos otros se realizaron como resultado de creyentes entregados a la oración y de una iglesia que oraba.

ERAN CREYENTES DE ACCIÓN. Pedro dio lo que tenía, era la plenitud que llega por medio de la fe en el nombre o autoridad de Jesucristo. Pedro tomó al hombre de la mano derecha y lo levantó. En esa acción de inmediato fueron afirmados sus pies y tobillos. Pedro y Juan tenían fe y poder y le dieron sanidad a este hombre. Fue la fe de ellos que movió a Dios a obrar el milagro.

Y hoy como hijos de Dios debemos muchas veces plantearnos dónde esta puesta nuestra fe, nuestra convicción, ¿dependemos de nuestra fuerza, nuestro conocimiento, nuestro bienes? o solo dependemos de la misericordia de Dios que se renueva cada día sobre nosotros. Cuando estamos muchas veces como ese cojo sin poder avanzar, ¿dónde ponemos nuestra fe?

Hoy te aliento a que renueves tu fe, que lo que te levante no sea la fe de otros sino tu fe, tu amor por Dios para que a través tuyo como lo hizo este hombre puedan ver el milagro de Jesús hecho en ti. Te aliento a tener convicción en las verdades eternas, a ser una persona de oración, ser una iglesia de acción y en el nombre de Jesucristo servir a los demás.

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