jueves, 17 de septiembre de 2020

Devocional

~ Devocional 17|09|20 por María Cristina Ayala ~




*Ezequiel 47: 9 RV60*
Y toda alma viviente que nadare por donde quiera que entrare estos dos ríos vivirá, y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas aguas y recibirán sanidad; y vivirá todo lo que entrare en este río.

Ezequiel, era un hombre obediente a Dios. Era sacerdote; predicó en Babilonia durante 22 años sobre el castigo y la salvación de Dios; arrepentimiento y obediencia. Luego lo llamó para que fuera su profeta en los momentos más trágicos del pueblo de Israel. Recibió visiones vívidas y proclamó mensajes poderosos. En el cap. 47: 1-9 dice que por debajo de la puerta del templo, fluía una corriente de agua y a medida que esta agua avanzaba, se le presentó un hombre con un cordel en la mano midiendo la profundidad de estas, haciéndoles cruzar. Esas aguas al crecer, le llegaban a los tobillos, luego a las rodillas, después a la cintura llegando a ser un río tan profundo que tuvo que cruzarlo a nado. Y le dijo que tuviera en cuenta lo que había visto. Sorprendido, vio que muchos árboles crecían a los lados del río. Este río sanaría las aguas del Mar Muerto, las cuales eran saladas, y las haría frescas y puras. Ezequiel 47:9 le dijo que toda alma viviente que nadare en estas aguas vivirá, abundarían peces a causa de la sanación de las aguas, donde quiera que fluyan estas aguas, todo viviría. El agua es símbolo del Espíritu Santo. Es expresión de vida. Hay momentos que podemos sentirnos insignificantes o fuera de control cuando miramos los sucesos mundiales. Pero sabemos que Dios lo controla todo, se preocupa, y está deseoso de que lo conozcamos y de darnos un propósito en la vida. Somos valiosos para Él. Por consiguiente, profundicemos más en su búsqueda, sumergidos en esos ríos de agua de vida donde esas aguas salutíferas lleguen a nuestra alma sanándonos de heridas, rencores, temores… 

Esas aguas, su Espíritu Santo nos fortalecerá. Estaremos vigorosos y verdes como esos árboles que Ezequiel vio a los lados del río, y llevaremos frutos de paz, amor, salvación y esperanza para muchos. Nademos en esas aguas, refresquémonos en su presencia. 

Adorémosle, bebamos de su Espíritu Santo, y de nuestro interior brotarán ríos de agua viva. La misma presencia del Dios vivo que habita en nuestro vaso de barro, nuestro corazón, y estaremos plenos en Él.

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