miércoles, 5 de agosto de 2020

Devocional

~ Devocional 5|08|20 por María Pérez ~




"Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos..." Mt.14:14, RVR1960. Y concluye: "...y sanó a los que de ellos estaban enfermos". 

A veces se percibe la compasión como debilidad, pero es al contrario. Sólo quien ama puede ser compasivo. Solemos asociar la compasión con las carencias materiales, pero en realidad, hay muchos que lo tienen todo, y todo lo darían por hallar paz y sentido a su vida. Hay enfermos y gente cuya alma sufre. Hay multitudes, como dijo Jesús, con carencias diferentes, a quienes Él sigue mirando con compasión y quiere bendecir.

La Biblia nos enseña cómo es Dios, desde Génesis hasta Apocalipsis. Él quiso darse a conocer al hombre y aún quiere hacerlo. Jesús dijo " El que me ha visto a mí, ha visto al Padre" (Jn.14:9). Además, nos dejó su Palabra, viva y poderosa, para que prosigamos conociéndolo. Dios, (¡el Todopoderoso!), es un Dios compasivo, justo y Santo.

La compasión no es lo mismo que la lástima, que tiene connotaciones negativas. La compasión surge del amor cuando vemos la necesidad o el sufrimiento de otro. Y no es pasiva; implica una acción. Se identifica con el otro y procura su bien. ¡Y esta es una característica de nuestro Dios!

Lejos de ser una debilidad, la compasión es una virtud. Muestra grandeza de carácter; muestra el carácter de Dios desarrollándose en nosotros. La compasión se manifiesta de múltiples formas. Quizás tengas medios, recursos para actuar en favor de otros; dones y talentos; o quizás solamente la posibilidad de orar por los que sufren y están en necesidad. Que en este mundo de hoy, tan convulsionado, mostremos esa compasión que viene de Dios: llevemos a muchos Su salvación y Su bendición.

"El Señor es clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor." (Sal.103:8, NVI).

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